Los presupuestos de 2021 incrementan el IRPF a las rentas altas, el impuesto de Sociedades y Patrimonio ¿Y si en vez de subir impuestos, los bajamos?
A raíz de la presentación de las claves del anteproyecto de los Presupuestos Generales del Estado efectuados el día 27 de Octubre de 2020 queremos hacer un pequeña alusión al pensador Arthur Laffer sobre como la posible reducción de impuestos puede aumentar la recaudación.
Y es que, según publicación del periodo “El Economista” los analistas internacionales de la organización Tax Foundation rechazan el argumento de que en España se pagan pocos impuestos. A su juicio, la presión fiscal de la economía española es de las más elevadas de su entorno, si se tienen en cuenta factores como la economía sumergida o los niveles de renta. Según su último informe, las empresas españolas pagan más impuestos que la media europea y la cuña fiscal de los trabajadores está en el 39,5%, 4,5 puntos por encima de la media de la OCDE.
¿Y si nos acordamos de las teorías de Arthur Laffer?
El sentido común nos dice que si un gobierno quiere recaudar más dinero para gastar en servicios públicos, debe subir los impuestos, por impopular que resulte. Asimismo, bajar los impuestos parece implicar un recorte de los servicios públicos. Sin embargo, algunos economistas afirman que no siempre es así, y que bajar los impuestos puede suponer una recaudación mayor.
Esta es una idea clave de la “economía de la oferta”. Para esta, la oferta es la parte de la economía que fabrica y vende, contrapuesta a la demanda, que es la parte que compra bienes. Los economistas de esta corriente defienden que la mejor manera de que la economía crezca es mejorar las condiciones para la oferta, liberando a las empresas de normas y recortando subsidios e impuestos elevados.
El argumento recaudatorio para rebajar los impuestos se debe al estadounidense Arthur Laffer, que razonaba así; si el gobierno no cobra impuestos, no recauda; si cobra impuestos del 100% tampoco recauda, ya que nadie trabajaría; pero incluso por debajo del 100%, los impuestos elevados desincentivan a la gente para trabajar. Esta reducción de las horas de trabajo pesa más que los impuestos altos, y resulta en una disminución de la recaudación. Si los impuestos a los más ricos son muy altos, también disminuye la recaudación, porque se marchan del país.
El argumento es que, partiendo de unos impuestos elevados, su reducción, junto con otras políticas destinadas a reforzar la parte de la oferta, puede mejorar la eficiencia económica y generar más recaudación.